Los murales que cambiarán la imagen de La Boca y Barracas. Artistas callejeros de todo el mundo participaron de Color BA, donde e pintarán unos 6000 metros cuadrados de fachadas de los barrio porteños!
Uno de los murales más grande del mundo en 360°. «El Regreso de Quinquela», de Alfredo Segatori, homenajea a los vecinos y a los trabajadores del barrio de Barracas. Horacio Rodriguez Larreta escribe por Twitter ¡No te lo pierdas!
Aníbal Martínez caminaba por el bulevar Benito Pérez Galdós como si estuviese paseando por la peatonal Florida. La cabeza apuntaba hacia arriba y zigzagueaba en el aire a medida que detectaba colores, diferentes tonalidades, trazos o artistas subidos a grúas estacionadas en el medio de la calle. Tres perros mestizos de basset acompañaban a este habitante de La Boca mientras entraba en contacto con la nueva fisonomía que tendrá el barrio desde el próximo fin de semana, con 6000 metros cuadrados de murales realizados por los más prestigiosos referentes del street art nacional e internacional.
Aníbal y sus vecinos son, por estos días, los anfitriones de los 31 artistas protagonistas del festival Color BA, que utiliza como lienzos las fachadas de las viviendas y fábricas situadas en el entorno de la Usina del Arte, donde se realiza, en forma simultánea, una nueva edición de Ciudad Emergente (ver aparte). Se trata del encuentro de grafiteros más importante y con mayor convocatoria organizado en la Capital, con el objetivo de apuntalar y modernizar los cimientos artísticos del barrio.
Más de 1000 litros de pintura, 120 brochas y otros 120 rodillos de diferentes tamaños, aerosoles, grúas y escaleras se utilizarán hasta el domingo, cuando finalizará el trabajo de los muralistas y el circuito se constituirá en una versión porteña de Wynwood Walls, el recorrido a cielo abierto de Miami (ver aparte).
«Estamos haciendo un collage de trabajos individuales que forman parte de una pintura desarrollada en tiempo real, una performance en vivo que se va armando en forma espontánea», dijo a LA NACION Bicicleta, uno de los integrantes del grupo BA Paste Up, que realiza un mural sobre la base de pinturas y papeles pegados en la pared con frases como «Ser moderno es reciclar», «Viva la fantasía», «Cualquier verdura» y «Amasando el presente».
Guillermo Pachelo, Alejandro Giorgga, Rusty Deinos, Boxi Trixi y Geraly Arapos son los otros cinco miembros de Paste Up. Ya confeccionaron seis murales en Palermo y uno en Colegiales; todos deben ser restaurados periódicamente porque el papel no perdura mucho tiempo por el efecto del calor y de la lluvia. Algunos artistas se dedican full time al muralismo; otros lo toman como una actividad que complementa su lado artístico.
No es el caso de Julián Manzelli, o CHU, a quien encontró montado en la grúa de un camión, la única forma de alcanzar la parte más alta de la pared donde volcaría su arte abstracto. La fachada tiene unos 18 metros de altura y desde allí arriba iba asomando un medio sol que daría marco al mural completo. «Los muralistas somos más conocidos en el exterior que acá, aunque ahora eso va cambiando un poco», explicó al descender.
CHU pintó en Turquía, Alemania, Miami y otros sitios del mundo; en la Argentina recorrió varias provincias y ciudades. «Que haya una apertura tiene ventajas y desventajas porque el grafiti nació siendo antisistema, vandálico, y ahora se usa para mejorar los barrios», analizó. Su intervención incluirá figuras geométricas que se integrarán a las ventanas y puertas existentes en la fachada.
«La única contra que encuentro es que ahora quedarán en evidencia las casas más feas», opinó entre risas Matilde Ojeda, una vecina de La Boca que se detenía en cada mural para apreciar el trabajo de los artistas. Los frentistas otorgaron permiso para el desarrollo de las obras. En total, habrá 28 murales.
El australiano Reka, el italiano Millo, el holandés Telmo Pieper, el venezolano Borneo y los argentinos Martín Ron, Pablo Harymbat (alias Gualicho), Martín Privitera (Roma), Federico Minuchin y Milu Correch, entre otros, son parte del festival Color BA, una iniciativa de la Subsecretaría de Uso del Espacio Público, dependiente del Ministerio de Ambiente y Espacio Público.
A lo largo de diez cuadras se podrán encontrar las más diversas técnicas de acuerdo con cada artista. El surrealismo de Reka, el realismo con un toque de fantasía de Ron, los personajes del mundo urbano que utiliza Millo, la influencia psicodélica de los años 60 que incorpora Gualicho o la simpleza experimental que inunda los murales de RRAA.-. Una base de pintura blanca y frases en letras celestes y rosas es la impronta del artista que puede verse en diferentes sitios de la ciudad, como en la esquina de Álvarez Thomas y Maure. «No apueste al dólar, adopte a un artista», pintaba ayer RRAA.-, quien no firma sus trabajos.
«Quedará con un estilo parecido a Caminito. Es otro aporte que mejorará el barrio, como cuando llegó la Usina del Arte y empezamos a tener más seguridad. Con los murales se mejoran las fachadas de los lugares sin uso o abandonados, eso cambia la imagen del barrio», dijo Aníbal, detenido en medio de la calle con la vista clavada en un edificio sobre Pérez Galdós. En una de las medianeras avanzaba un mural de Millo; en la otra, uno de Pastel. Los dos artistas trabajaban elevados por sendas grúas. Algo parecido ocurría con el holandés Nasepop, que se sostenía en un andamio sobre una medianera de Villafañe y Ministro Brin. Su obra estaba casi terminada.
Aunque los vecinos apoyan la iniciativa, algunos de ellos lo hacen con diferentes matices. «Para integrar mejor al barrio deberían sumar al festival a los artistas de La Boca: no hay ninguno pintando las paredes. No deberían dar la espalda a la gente del barrio si el fin es integrar», sostuvo Marcelo Mussis, el dueño del restaurante El Transbordador, que por estos días tiene como clientes a las personas que trabajan en Ciudad Emergente y en Color BA. «Cualquier cosa que sirva para mejorar la estética queda muy bien, pero los turistas no llegan hasta acá, se quedan en la zona de Caminito», agregó con cierta desazón.
Precisamente, lograr que la Usina del Arte y su entorno se conviertan en un polo artístico cada vez más atractivo para los porteños y los turistas es uno de los objetivos planteados con el estallido de colores que estampa las paredes de la zona. Para cambiar la opinión de Marcelo y ayudarlo a que las mesas de su comercio siempre estén completas.