Que el tren sí, que el subte no. Los colectivos, depende la línea. La mañana del paro general para los transeúntes de la Ciudad de Buenos Aires se atravesó con menos frecuencias en el transporte público, nuevas estrategias para llegar al trabajo y algunas confusiones sobre los servicios que funcionaban y los que no, según una recorrida que se realizó sobre distintos puntos neurálgicos de la Ciudad.
«Generalmente me subo al tren y viajo así», dice Romina mientras se aplasta los cachetes para graficar el amontonamiento que sufre todos los días para llegar a la estación Constitución. «Viajó menos gente y el transporte funciona en modo domingo», explica en relación con la frecuencia de los trenes.
«El problema es la conexión porque el tren funciona, pero el subte no, entonces la gente tiene que ir a tomar colectivos, caminar, usar bicicletas o taxis y no saben bien cómo ir», continua y señala a una agente de la Policía Federal que está parada a su lado: «Esta chica es un GPS humano».
A unos pasos, en esa misma terminal, una mujer de unos treinta años espera la llegada de su compañera de trabajo. Ambas se pusieron de acuerdo para encontrarse en Constitución y tomar un taxi que las lleve a la empresa donde trabajan, en Puerto Madero.
En Constitución, la cantidad de personas es notablemente menor en relación con las que transitan a diario por la terminal, el ingreso a los subtes está cerrado y las filas sólo se amontonan afuera para tomar colectivos. En una de las paradas, un vecino espera su línea y reflexiona: «Me parece bien el reclamo, a mí no me incomoda porque se sabía del paro», dice mientras una señora interrumpe la conversación: «¿Sabés si está de paro el 100?», se pregunta desorientada. En el caso de los colectivos, se calcula que hay unas 75 líneas que acatan la medida, los subtes están paralizados y los trenes funcionan con normalidad.
En Retiro la situación es bastante similar. Los pasajeros bajan de los trenes con rapidez, un grupo de cinco personas toman sus bicicletas y se preparan para salir juntos por la Avenida Ramos Mejía, a la vez que otros tantos se alistan en fila india para subir a los colectivos que pasan por allí.
Para los que optaron por tomar un auto, particulares o taxis, el tráfico se percibe con más intensidad. La afluencia es mayor y los vehículos circulan entre las órdenes de los que dirigen el tránsito, los que intentan encontrar cualquier espacio vacío para seguir su camino a toda velocidad y la congregación de organizaciones sociales que comenzaban a marchar hacia la Plaza de Mayo.
En el caso de los colegios, la jornada es atípica. El colegio Nacional Buenos Aires cerró sus puertas por el paro de los no docentes, al igual que en todas las dependencias de la UBA. En la escuela Lenguas Vivas justificaron las faltas para aquellos que vivan a más de 15 cuadras de distancia y los profesores podían adherir al paro si querían.
Otros colegios privados, aunque están abiertos, debieron reorganizar el día. El equipo directivo del colegio Puerta Abierta, en el barrio de Monte Castro informó que «el personal docente tendrá afectada su asistencia por falta de transporte. Las combis escolares no circularán por razones de seguridad. El personal de limpieza tampoco asistirá. Y no habrá servicio de comedor».
Otro de los sectores que adhirieron al paro fue el de los aeronáuticos, con lo que la actividad en los aeropuertos se vio paralizada. «En Aeroparque no vuela ni una mosca», «desierto en cuanto a pasajeros», manifestaron distintos representantes que trabajan en el aeropuerto. Esto ocurre porque las empresas Aerolíneas Argentinas, Latam, JetSmart y Norwegian cancelaron y reprogramaron sus servicios previstos para hoy.