El programa «Los Libros Circulan» se lleva adelante hace un año, y propone en intercambio de libros en libreros que se ubican en seis paradas sobre avenida Maipú. La opinión de usuarios, coordinadores, y los detalles de su funcionamiento.
El transporte público y la lectura son sin dudas una buena combinación para aquellos que pasan algún tiempo de su vida viajando, ya sea al trabajo, a la escuela, a casa o a hacer cualquier otro tipo de actividad. Algunos encuentran en ese espacio un lugar de distensión para poder hacer de la lectura un hábito cotidiano, algo que en la vorágine de lo diario parece convertirse en una dificultad.
Para alimentar este proceso, y para promover la lectura en espacios públicos, la Secretaría de Cultura de Vicente López junto con la Red de Bibliotecas generaron la colocación de bibliotecas públicas en las paradas del Metrobus Norte. Esta iniciativa de hacer circular los libros en espacios públicos y ver la lectura desde un lugar diferente y colectivo, colaborativo, cumplió un año desde el comienzo de su funcionamiento, y tanto los usuarios como los coordinadores del proyecto hacen un balance de su utilización.
Puntualmente, “Los Libros Circulan” pone a disposición de los usuarios del transporte público y de los vecinos pequeñas bibliotecas diseñadas para recoger y devolver libros cuando quieran a lo largo del recorrido del Metrobus. Hay seis paradas donde se pueden encontrar los libros, tres mano a Provincia y tres mano a Capital, y cada una de ellas está apadrinada por una biblioteca integrante de la red, que se encarga de su mantenimiento junto con la ONG Leamos un Libro.
Lucila Satti, coordinadora de la iniciativa y de la Biblioteca Municipal José Froilán González, señala que el número estimado de libros compartidos por mes es de 1500, entre los que los pasajeros pueden encontrar libros de todo tipo de género. “Se trata de llevar la cultura a espacios públicos, y por otro lado, es entender la cultura como una forma de participación activa. Los libros circulan rápidamente. El temor era que no circulen, que se queden ahí, y hemos visto que circulan e interesan”, añade Satti.
Pablo es vecino de Olivos, vive en Italia y Caseros, y esperaba el 152 en la parada de Malaver para ir a lo de su novia, mientras ojeaba la contratapa de un libro. “Al principio, para ser sincero, pensé que nadie iba a darle bolilla. Pero después me di cuenta que era una propuesta súper productiva, una manera de fomentar la lectura, pero además de entender que la biblioteca es de todos y es nuestra responsabilidad cuidarla, ordenarla. Cuando espero el bondi veo que hay, y si me interesa alguno, lo agarro, con el compromiso de que la próxima tengo que ser yo el que traiga uno”, cuenta el joven de 22 años.
“Estamos en una etapa en la que la iniciativa se está afianzando e incorporando en la vida cotidiana de los vecinos. Sabemos que proyectos como estos llevan tiempo de adaptación para que la comunidad los disfrute plenamente”, cuenta Satti, y agrega que “esto que se construye colectivamente es una novedad para todos, y se va a afianzar desde la confianza del vecino al ver en su cotidianeidad que funciona”.
Además, informa que durante las vacaciones de invierno se harán jornadas de promoción en las paradas en las que se ofrecerán libros para niños y se organizará un torneo interbibliotecario de Scrabble junto con la Asociación Argentina de Scrabble y la Red de Bibiliotecas.
Gustavo vive en Vicente López, y antes de subirse al 71 para ir a Unicenter con su hijo Lisandro, de apenas 7 años, le dice que revise la biblioteca para ver si encuentra algún libro que le guste. “Seguramente para nosotros sea difícil adaptarnos a este tipo de cosas, nos parece algo de otro mundo, pero a ellos (señala a su hijo) les va a ser más fácil si los ayudamos y los adaptamos a que, por ejemplo, en cada parada de colectivo o en cada plaza, puedan tener un espacio de lectura. Si naturalizan eso como algo de todos los días, va a ser una propuesta más de relajación y de esparcimiento cuando estén en la calle”, dice.
Bolsa de las compras en mano, Norma, de 66 años, llega a la parada de Yrigoyen, y pone en la biblioteca un libro de recetas de cocina e Inés del alma mía, de Isabel Allende. “Esto es lo lindo de compartir. Le estoy regalando un libro a alguien que ni siquiera se quién es. Sería bueno que todos lo cuidaran, porque a veces hay algunos adolescentes en la edad del pavo que se ponen a doblarlos o a maltratarlos, ya he retado a más de uno”.
¿Dónde están las bibliotecas?
En la traza del Metrobus, mano a Capital, las bibliotecas donde los vecinos pueden retirar y dejar libros se encuentran en:
Yrigoyen (152, 59), apadrinada por la Biblioteca Popular Nora Bombelli y la ONG.
Urquiza (152, 59), apadrinada por Biblioteca Popular Bernardo Delom y la ONG.
Agustín Álvarez (161, 152, 59), apadrinada por Librería Tienda de Libros y la ONG.
Por otra parte, mano a Provincia, se ubican en:
Malaver (152, 60, 59), apadrinada por la Biblioteca Popular Arandu y la ONG.
San Martín (168, 130, 60), apadrinada por la Biblioteca Popular León Adolfo Vienni, la Biblioteca Popular de Olivos, Vicente López y Planes, y la ONG.
Laprida (152, 71, 59), apadrinada por la Biblioteca Municipal José Froilán González y la ONG.
Los controles sobre la bibliotecas se realizan entre tres y cuatro veces por semana, no sólo para colocar nuevos libros en caso de que hagan falta, sino también para evitar que haya libros rotos o en mal estado. “Aprovechamos también esos momentos para charlar con los vecinos, para contarles más en profundidad esta idea. A veces recibimos comentarios de que pasan y no hay libros, y nosotros lejos de ponernos tristes nos alegramos, porque si estuvieran todos allí significaría que no están circulando”, expresa Satti.
Esta es una primera etapa del proyecto, y esperan poder implementarlo en otras paradas del Metrobus Norte, pero también en lugares públicos, como plazas, el Hospital Houssay, los Centros Barriales de Juventud y de Infancia.
“Lo increíble de lo que pasa en la calle es que hay infinidad de gustos distintos, por eso está pensado desde la diversidad, tratando de que haya ofertas distintas y poder lograr que todos se sientan parte”, cierra Satti.