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La obesidad es una de las mayores problemáticas sanitarias de la actualidad. Es tanta su prevalencia, que a partir del año 2004 se empezó a considerar como una “pandemia del siglo XXI”. Y en Argentina no estamos exentos: el 61,6% de la población tiene sobrepeso o es obesa, según la Secretaría de Salud de la Nación.

En nuestro país, las personas con sobrepeso y obesidad cuentan con tres fármacos para su tratamiento. La primera droga fue aprobada hace dos décadas. Después hubo un largo impasse, hasta que tuvimos dos novedades casi en simultáneo: el año pasado se lanzó un inyectable y ahora se incorpora una nueva opción en comprimidos.

«Tenemos tres. En el mundo hay seis o siete, hay un montón, pero acá no. Ojalá que la Argentina tenga rápidamente más opciones, una adecuada para cada persona que tiene obesidad. Porque esta es una enfermedad muy compleja y multicausal«, dice a ClarínMónica Katz, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).

El nuevo medicamento es una combinación de naltrexona y bupropión, que trabaja sobre el organismo como agente de control de peso. Actúa en dos partes del cerebro: el hipotálamo (centro del apetito) y el área mesolímbica (regulador del placer y sistema de recompensa).

Los efectos hipotalámicos provocan reducción del apetito e incremento del catabolismo (la parte del proceso metabólico que degrada los nutrientes orgánicos para extraer energía) a través de la estimulación del sistema de la molécula proopiomelanocortina (POMC). Los efectos mesolímbicos atenúan los síntomas secundarios a la reducción del aporte calórico al actuar sobre el centro de la recompensa por vías alternativas a las que utilizan estímulos generados por la ingesta de alimentos.

“Combina dos moléculas que al conjugarse potencian sus beneficios”, dijo Katz. “Esta nueva combinación trabaja sobre la compulsión. Es decir, no sólo cuando el paciente come mucho, sino también en distintos momentos del día en el cual tiene una reacción compulsiva hacia la comida”, continuó la experta.

«Mucha gente no puede sostener un comportamiento saludable, controlar las porciones, no ser compulsivo frente a la emoción de un partido, no picotear entre comidas en la oficina. Entonces necesitan un fármaco para sostener los cambios de vida», sigue Katz. 

En Argentina fue aprobado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Además, cuenta con el aval de las agencias regulatorias de la Comunidad Europea (EMA) y de Estados Unidos (FDA), país donde es el medicamento más vendido contra estos males. 

Los estudios que se realizaron en Estados Unidos demostraron que los pacientes que se trataron durante un año perdieron entre 2 y 4 veces más peso que haciendo solo dieta y ejercicio. Bajaron en 36 semanas de tratamiento el 12% de su peso inicial.

Está indicado para las personas con sobrepeso (Índice de Masa Corporal -IMC- igual o mayor a 27) y con presencia de al menos una comorbilidad relacionada con el exceso de peso, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial o hipercolesterolemia. También está indicado para las personas con obesidad (IMC igual o mayor a 30) con o sin factores de riesgo.

El IMC se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Por ejemplo, alguien que pesa 60 kilos y mide 1,60 metros tiene un IMC de 23,4 (60/1.60 = 60/2.56= 23.4). Para facilitar la tarea, existen calculadoras digitales.

Según Katz, estas indicaciones son «un consenso mundial» y el medicamento debe ser recetado cuando la persona con sobrepeso tiene «cualquier cosa que justifique que el impacto de perder peso va a generar un enorme beneficio en la salud«. 

No es para los que tienen un rollito de más.​ «Ese es el problema. Con la obesofobia que tenemos, mucha gente que no necesita perder peso está obsesionada con su cuerpo. Y, al revés, mucha gente que tiene altísimo riesgo cardiometabólico no pide ayuda, no toma medicamento. Es una paradoja«, añade la médica. 

Close up of three obese fat men of the beach

Fuentes de Laboratorios Raffo -que desarrolló el producto- informaron a Clarín que ya está a la venta en farmacias de nuestro país, bajo el nombre comercial de Naltreva. Para comprarlo se necesita una prescripción médica con receta archivada.

Viene en dos presentaciones: un envase de 60 comprimidos que cuesta $3.500 y otro envase de 120 comprimidos que cuesta $6.500. «Estamos trabajando en la incorporación en obras sociales. Varias ya lo aprobaron y el resto está en trámite», informaron desde el laboratorio.

Por el momento, no está incluido en el Programa Médico Obligatorio (PMO). «De hecho, el PMO no incorpora nuevas moléculas hace mucho tiempo, pero estamos trabajando en su incorporación porque sería muy importante para la población argentina que el ministerio lo considere», agregaron.

Belviq, un medicamentos que se vende en otras partes del mundo, pero todavía no en Argentina (Reuter).

Es importante aclarar que la pastilla «mágica» no existe.«Ningún fármaco, de todos los que hay en el mundo, puede reemplazar el estilo de vida, que es la base del tratamiento del sobrepeso y la obesidad, y que incluye movimiento, comida saludable y gestión de emociones y estrés», remarca Katz.

En nuestro país hay una larga historia de aciertos y fracasos en los fármacos para bajar de peso. En 1998 se aprobó Orlistat, que en la Argentina se comercializa con el nombre de Xenical. Es un tratamiento de prescripción médica en comprimidos. Lo que hace es inhibir parte de la absorción de las grasas que son ingeridas. Baja 6% al 8% del peso en un año con respecto al peso inicial.

Otros medicamentos fueron retirados del mercado por los posibles riesgos a la salud. En 2008, la ANMAT suspendió al rimonabant, porque se detectaron efectos adversos «asociados a alteraciones psiquiátricas severas como suicidio, ansiedad y ataques de pánico», indicó en un comunicado. Dos años después, el organismo suspendió la sibutramina. Un estudio de seguridad detectó un aumento del 16% del riesgo de eventos serios cardiovasculares, incluyendo infarto de miocardio no fatal, accidente cerebrovascular no fatal, reanimación después de episodios de paro cardíaco y muerte.

En 2018, llegó al país un medicamento inyectable, la liraglutida. Se aplica con una lapicera prellenada que tiene una aguja subdérmica. La droga, que produce sensación de saciedad, demostró en ensayos clínicos beneficios significativos y sostenidos en la reducción de peso corporal. Y ahora se incorporó al mercado nacional esta nueva alternativa que combina naltrexona y bupropión. 

El médico Juan Martín Romano, miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición e instructor de mindfulness, tuvo una mirada más crítica sobre los fármacos para tratar el sobrepeso. 

«Nuestra población está bastante desinformada sobre los aspectos de cómo llevar un estilo de vida saludable. Hay veces que la presión de la industria, el mercado, la publicidad, hacen que aparezca un sustituto milagroso», sigue el experto. Y agrega: «No digo que esta droga sea mala, si está aprobada en Estados Unidos. Pero no nos olvidemos de que hay muchos intereses económicos agitando la instalación de estos medicamentos».

«Para poder tener un estilo de vida saludable habría que insistir y agotar todas las instancias higiénico-dietéticas. Dormir no menos de ocho horas todos los días, aprender prácticas para regular las emociones, alimentarnos bien, hacer actividad física. Esos pilares son fundamentales», sigue el médico. «Con la búsqueda de bajar de peso cuanto antes, posiblemente esta droga sea una ayuda. Pero yo creo que esta ayuda podría representar un 5% de todas las ayudas que uno podría tener a través de una vida más natural y saludable», concluye Romano.  

Según la Secretaria de Salud de la Nación, actualmente 6 de cada 10 argentinos tienen sobrepeso y obesidad. De 2005 a 2018, en base a datos de la 4° Encuesta de Factores de Riesgo, el incremento de su prevalencia fue del 74%. El 64,9% de los argentinos no realiza actividad física y sólo el 6% consume las cinco porciones de frutas y verduras recomendadas al día.