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Un Jujeño armó una milonga al aire libre

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Con todo el circuito de tango cerrado, se instaló en Plaza Congreso de Buenos Aires, teniendo una gran aceptación.

Estableció su milonga al aire libre en plena Plaza Congreso de Buenos Aires para sortear la falta de trabajo y el parate del sector cultural. Con cuidados y parejas logró un espacio que llamó la atención de músicos que se presentan allí, además de quienes buscan un rélax en el tango.

Se trata de Orlando Faciano, quien hace tres años partió a Buenos Aires por una cuestión familiar. Arribó a milongas y al ámbito del tango porteño para enseñar lo que ya venía desarrollando en Jujuy de la mano de un ballet que creó en su momento. La pandemia lo dejó sin trabajo, como a toda la cadena porteña que vive del espectáculo, las milongas y los espacios de enseñanza de tango, en un letargo que todavía pervive en gran parte del circuito que lo afecta económicamente.

«En diciembre del año pasado estábamos en la lona, no sabíamos qué iba a pasar en todo el ambiente. Pero estaba entrenando en la glorieta de Belgrano, en Barracas, y un día cambié de plaza, vi esa media luna hermosa en Plaza Congreso y se me ocurrió hacer la milonga ahí. Me animé solo, le propuse a una amiga, puse el parlante y la gente se enteró de boca en boca; éramos tres o cuatro milongueros al principio», explicó Faciano.

La zona era dura pese a lo céntrica de su ubicación, y es que allí había gente que vivía en situación de calle hace treinta años. Pero Faciano no se amilanó y de hecho cosechó amigos, e incluso contrató para seguridad a uno de ellos, Rodrigo, que logró salir de esa dura situación y alquilar algo para vivir.

Comenzaron la milonga de la Plaza Congreso con escasas personas y fue creciendo con el tiempo, por lo que todo lo que le entraba lo invertía en otro parlante, micrófono, una alfombra para los bolsos, porque más allá de estar en la plaza buscaba que se sientan cómodos. También era apuesta social y amena que fue bien recibida por los porteños, y junta mercadería, hace sorteos, cumpleaños y entrega barbijos de regalo.

Bautizó a la milonga como «La otra», porque todo comenzó mientras practicaba en otra plaza con su partenaire Georgia y terminó priorizando a su milonga, que significó retomar el tango como medio de vida, aún en plena crisis.

Además abrió el micrófono para quienes quieran ir a cantar o para los músicos que se presenten, consciente de que todo el ámbito del tango artístico estaba afectado económicamente por la pandemia. Hoy tiene milongas cuatro veces a la semana, y gente que hace shows fijos.

Su mayor satisfacción es que llegaron consagrados artistas del circuito milonguero, entre ellos los músicos de «Sexteto Milonguero», Lucio Claros, Juan y Gustavo Garay, violinistas y guitarristas, entre otros, que también buscaban un espacio.

Conocer a más artistas le valió también que convocaran al bailarín jujeño a participar de un video clip de los músicos de «Éxodo criollo», en el que mostró su destreza en el tango junto a su pareja de baile Mariela.

El contexto no era fácil por lo que nunca estuvo relajado, pero a la vez estaba consciente que lo más tranquilo que pasaba en la zona era la milonga. No faltó que lo amenazaran, pero finalmente logró cierta aceptación. Aunque lo quisieron sacar alguna vez, al contar con todos los elementos de bioseguridad, barbijos y demás, logró la permanencia de 15 a 30 parejas, muchas de ellas convivientes, en horarios diurnos según las restricciones.

La experiencia jujeña que trasladó a sus clases

La experiencia de Faciano dirigiendo su ballet “Tango de barrio”, del barrio Cuyaya en Jujuy, la trasladó también a sus clases que lleva adelante paralelamente ahora en forma presencial, y que con la milonga le permiten vivir. En la época dura del aislamiento del 2020 había tenido que adaptarse a lo virtual, dictando clases así y logró popularidad con sus transmisiones que aún realiza y que llamó “Alta charla”, en las que conversó con artistas del tango mostrando su faceta humana.

“Es un espacio para que la gente vea que el músico de Buenos Aires o estrellas milongueras son personas comunes, transparentar al artista, es más personal”, dijo, asumiendo que todos estaban en la misma situación.

Es que llevaba tres años desde que llegó a la capital argentina para acompañar a su hermana mayor y a su pequeño sobrino y a la vez desarrollar su pasión por el tango, por lo que al principio dio clases en Barracas con Pablo Echeverri, dando clases luego invitado en La Viruta y Canning. “Mi prioridad es mi familia, y la segunda el tango”, afirmó satisfecho, pero logró sortear la pandemia haciendo deporte y entrenando, y bajó 35 kilos por el estrés al inicio.

Busca continuar viviendo del tango, pese a las vicisitudes del contexto, pero no baja los brazos y en noviembre organizará el primer campeonato “Los Reyes de la plaza”, con un jurado de la Escuela de Tango, el último campeón metropolitano, un murista y una pareja también campeona de tango. Otra satisfacción, pese a la renuencia de otros sectores, los llamados para organizar milongas en Rosario, Ushuaia, México y Europa.

«Yo manejándome como me manejo en la vida, con respeto y de buena forma, logré ganarme a los muchachos de la calle. Ha habido milongas que hice con los colchones por ahí. Hoy la gente va, está contenta, disfruta del paisaje, baila», explicó el Jujeño de 31 años.