Integrantes de una familia de apellido Secolare recaudaron unos US$5 millones, pero fue toda un engaño.
Tres integrantes de una misma familia, de apellido Secolare, fueron acusados de haber armado empresas y sociedades comerciales dedicadas a desarrollar proyectos inmobiliarios en Puerto Madero para los cuales requerían el aporte de inversores particulares, a quiénes terminaban estafando según indicaron fuentes vinculadas con la investigación.
Estas personas simularon ser desarrolladores inmobiliarios en Puerto Madero y recaudaron unos US$5 millones, desatando un verdadero escándalo.
Se trata de Bruno Lorenzo Secolare, Héctor Guillermo Secolare, y María Teresa Rebori, a quienes se acusa de los delitos de estafa e insolvencia fraudulenta y concurso fraudulento, con el agravante de que ninguno de los tres se presentó a prestar declaración indagatoria ante el Juzgado interviniente hasta ahora.
Tres integrantes de una misma familia, de apellido Secolare, fueron acusados de haber armado empresas y sociedades comerciales dedicadas a desarrollar proyectos inmobiliarios en Puerto Madero para los cuales requerían el aporte de inversores particulares, a quiénes terminaban estafando según indicaron fuentes vinculadas con la investigación.
Estas personas simularon ser desarrolladores inmobiliarios en Puerto Madero y recaudaron unos US$5 millones, desatando un verdadero escándalo.
Se trata de Bruno Lorenzo Secolare, Héctor Guillermo Secolare, y María Teresa Rebori, a quienes se acusa de los delitos de estafa e insolvencia fraudulenta y concurso fraudulento, con el agravante de que ninguno de los tres se presentó a prestar declaración indagatoria ante el Juzgado interviniente hasta ahora.
La causa por la estafa en Puerto Madero
Todo comenzó cuando varios de los «engañados» realizaron una serie de denuncias por presunta estafa, que fue presentada ante la Justicia Criminal y Correccional de la Ciudad de Buenos Aires contra los integrantes de una familia dedicada a inversiones inmobiliarias -nunca concretadas- que operaba desde una lujosa oficina ubicada en el barrio porteño de Puerto Madero y que habrían recaudado más de US$5 millones.
Estas personas, que se presentaban como emprendedores solventes, solicitaron la apertura del concurso preventivo personal en la Justicia Comercial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para así licuar las sumas que le fueran dadas en préstamo y concretar la operatoria fraudulenta.
«La oficina tenía empleados, computadoras, escritorios y parecía que estaban trabajando pero todo era una puesta en escena montada para captar desprevenidos…», aseguró uno de los investigadores.