Con un costo total de US$700 millones -340 fueron financiados por la Corporación Andina de Fomento (CAF)-, conectará las autopistas Illia y Buenos Aires-La Plata a lo largo de siete kilómetros. Una vez concluida, autos y camiones ya no irán por las mismas arterias: el tránsito pesado correrá por el nuevo tramo de autopista, que combinará viaductos y trincheras semicubiertas, mientras el tránsito liviano lo hará al nivel de la calle.
Todo el corredor se extenderá desde la calle Brasil y la bajada de la autopista 25 de mayo hasta el Peaje Retiro de la Autopista Illia, con un ramal de ingreso a la Terminal de micros y otro que conectará con el Puerto de Buenos Aires.
Tendrá 12 carriles: 4 de vía rápida y exclusivos para camiones y micros de larga distancia, que correrán en trinchera, soterrados y por viaductos de enlace. En la superficie, en donde ahora está el eje Madero-Huergo y Alicia Moreau de Justo, habrá ocho carriles para vehículos livianos.
Además, en toda la traza se crearán 60.000 m2 de nuevos espacios verdes, en los que además de postas aeróbicas habrá nuevos circuitos de ciclovías.
El Paseo del Bajo es, probablemente, la obra de infraestructura más importante en la Ciudad de los últimos tiempos.
«Cuando este listo el Paseo del Bajo, 135.000 pasajeros de camiones, colectivos de larga distancia y vehículos particulares, reducirán sus tiempos de viaje. El trayecto que hoy se hace en 50 minutos se realizará en apenas 7», dijo Franco Moccia, Ministro de Desarrollo Urbano y Transporte.
Se trata de una construcción muy compleja y carísima: el costo es de 700 millones de dólares, de los cuales 400 vendrán de un préstamo de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el resto de la venta del playón ferroviario que está al lado de Catalinas Norte.
Al mismo tiempo se construye el Parque del Bajo. Desde avenida Belgrano hasta la explanada del CCK habrá un gran parque lineal, para lo cual ya fue relocalizado el helipuerto presidencial – ahora está más cerca de la Casa Rosada- y ya se modificó la traza de la avenida de La Rábida, a la que se le recortó la curva. También hubo que mover la estatua de Juana Azurduy, que ahora está frente al CCK.
Un proyecto presentado por la legisladora del bloque Evolución Patricia Vischi busca ponerle el nombre de Raúl Alfonsín al espacio verde. Se suma a la ley aprobada la semana pasada en la Legislatura, para hacer un monumento al ex presidente y para sumarle su nombre a la estación Congreso del subte A.
El Paseo paso a paso
Ya están construidas el 50% de las trincheras semicubiertas Norte y Sur, de 2,5 km y 1500 metros, respectivamente; también, un 35% del tramo A, que corresponde a los viaductos que conectan con las autopistas, según consignó ayer Carlos Frugoni, presidente de Autopistas Urbanas Sociedad Anónima (AUSA). En una recorrida con empresarios y conductores de camiones, confirmó que el Paseo del Bajo estará terminada para el primer cuatrimestre de 2019. Y agregó que el tramo A se demoró por el cambio del contratista que había ganado originalmente, en noviembre pasado. Se rescindió el contrato de la constructora Corsán Corviam, cuya socia Isolux Corsán se encontraba en proceso de quiebra en España e investigada por coimas en México y fue reemplazada por las empresas JCR SA y Coarco SA.
Una de las principales consultas que realizaron ayer los choferes de camiones fue cómo se iba a diferenciar el tránsito para controlar que los autos particulares no invadieran la traza destinada al tránsito pesado. Guillermo Dietrich, ministro de Transporte de la Nación, explicó que si bien no habrá una barrera física, la experiencia de las últimas obras de restricción para autos particulares en el centro porteño demostró el éxito del control mediante sistemas de cámaras.
El ministro también destacó que la obra del Paseo del Bajo tiene dos caras importantes: la logística, que reducirá drásticamente las congestiones de tránsito, y la urbanística, que mejorará positivamente toda la zona. «El camión genera congestión y ruptura del entorno urbano. Así vamos a mejorar la calidad de vida de todo el entorno», dijo. Más allá del reordenamiento vehicular, el proyecto prevé la creación de espacios verdes, paseos y lugares de recreación. Según los cálculos oficiales, se sumarán 60.000 metros cuadrados de plazas y parques.
Como se dijo, los autos particulares circularán a nivel: hacia el sur habrá cuatro carriles para tránsito liviano separados por un bulevar arbolado, que se construirán en lo que hoy son las avenidas Huergo y Madero. Y quienes vayan hacia Retiro lo harán por Alicia Moreau de Justo, también en cuatro carriles separados por un bulevar. En ambos sentidos habrá dos sendas de circulación con máxima de 60 km/h y otras dos con máxima de 40 km/h.
En el cruce de las avenida Córdoba y Madero ya se puede ver la trinchera de siete metros de profundidad por la que el año que viene circularán los camiones y micros de larga distancia. Son dos carriles en cada sentido separados por una contención de hormigón, con una banquina de 2,5 metros, el ancho necesario para los camiones. Por esa vía podrá circular todo el tránsito pesado unos siete kilómetros sin detenerse en un solo semáforo. Las únicas dos salidas que tendrá la traza, además de los extremos norte y sur, serán una a la altura de la terminal de ómnibus de Retiro y otra, en el puerto. Desde el Ministerio de Transporte estiman que, en horario pico, recorrer esos siete kilómetros puede llegar a demorar hoy una hora. Terminadas las obras, esperan que este tiempo se reduzca a solo diez minutos.
La idea de conectar ese tramo de norte a sur no es nueva: el proyecto para construir una autopista ribereña tiene dos décadas de idas y venidas y múltiples versiones. «Esta conexión es una deuda histórica», dijo Germán Bussi, secretario de Planificación del Ministerio de Transporte. El principal cambio que propone la obra en ejecución es que el tránsito pesado transitará por trincheras semicubiertas en vez de por un único túnel subterráneo. Bussi explicó que esta decisión estratégica se tomó para evitar riesgos ante accidentes. Como por allí circularán micros con pasajeros de larga distancia, se busca que no se convierta en una trampa ante la necesidad de evacuar una emergencia.
Los trabajos, que empezaron en enero de 2017, son supervisados por el Ministerio de Desarrollo Urbano, a través de AUSA, junto a la Corporación Puerto Madero.