Empresarios gastronómicos y de la industria del entretenimiento alertan que las nuevas restricciones serán un ‘knock-out’ fulminante para la actividad y anticipan acciones judiciales para seguir funcionando pese a las medidas del Gobierno.
La confirmación del ‘toque de queda’ nocturno por el rebrote de contagios de Covid-19 pone en alerta al comercio nocturno, uno de los sectores más castigados por la pandemia, que espera precisiones sobre las nuevas disposiciones que se aplicarán en todo el país.
Los empresarios del rubro advierten que las restricciones a la circulación entre las 23 y las 6 horas, para contener el avance del coronavirus, serán un knock-out fulminante para la actividad y ya preparan amparos judiciales para conseguir permisos para seguir trabajando.
A la espera de la publicación del decreto, faltan definiciones. Pero gastronómicos y dueños de negocios vinculados al entretenimiento rechazan la medida y anticipan su impacto letal.
«Un toque de queda sanitario en la franja horaria anunciada no resiste un test de constitucionalidad, tratándose de una medida arbitraria, discriminatoria e ilegal, por no emanar del órgano encargado de reglamentar los derechos humanos que el Estado argentino está obligado a respetar, el Congreso de la Nación. De modo tal que, en caso de aplicarse, se someterá a escrutinio judicial, en procura de frenar los abusos del Poder Ejecutivo, tanto nacional como provincial«, adelanta el abogado Martín Francolino, quien representa a los empresarios que se reúnen por estas horas para definir los pasos a seguir.
Para los comerciantes nocturnos, el 2020 fue el peor año desde que tienen registro, especialmente para los boliches bailables, que permanecieron completamente cerrados hasta que en noviembre el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, los autorizó a abrir con mesas al aire libre y un aforo del 10%. En la provincia de Buenos Aires, todavía no pudieron abrir con este formato, por lo que permanecen con las persianas bajas.
“Soportamos más de seis meses cerrados sin ingresos y, ahora, el Estado parece encontrar la solución en limitar a los sectores que prestan servicios de noche, como si fueran los culpables. El Gobierno no pudo poner orden en la cantidad de fiestas clandestinas y reuniones privadas«, apunta Eduardo Sempe, vicepresidente de la Cámara de la Industria del Entretenimiento Argentino (Idear), que nació durante la cuarentena y agrupa a 400 empresas, que nuclean a 1000 establecimientos con 100.000 empleados.
«La falta de una legislación clara hace que el entretenimiento no sea considerado una política de Estado. Vemos cómo nuestra industria se cae a pedazos y cómo la ilegalidad gana terreno. El 30% de locales bailables deberá cerrar sus puertas. No nos permiten abrir con los protocolos necesarios. El negocio se tornó inviable«, dice Sempe, quien también es dueño de las discotecas Groove y Palermo Club. «Esta última está cerrada desde el 8 de marzo, la facturación es cero«, acota.
Asimismo, el 30 de noviembre pasado, la Ciudad de Buenos Aires autorizó a restaurantes, bares y cafés a permanecer abiertos hasta las 3 de la madrugada. También, se amplió la capacidad máxima de ocupantes en las mesas al aire libre y se los habilitó a abrir sus salones cerrados, una medida que se replicó en otros distritos.
Tras pérdidas estrepitosas, se ilusionaban con que la temporada de verano y la flexibilización de las medidas de aislamiento significaran un alivio para su caja y repuntaran las ventas.
«No resistimos nuevas restricciones, no aguantamos más. Golpean a un sector que intenta levantarse de una crisis sin precedentes. No tendremos otra salida que cerrar. Somos conscientes de la situación, pero el sector demostró que no es parte del problema, sino de la solución. Tomamos las medidas correspondientes y los protocolos necesarios», dice Francisco Bazan, director Comercial de Kentucky, y añade: «En 2020, fue complicado trabajar. Mantuvimos las fuentes de trabajo y sostuvimos las estructuras asumiendo deuda».
«En la Argentina, y sobre todo en verano, la gente está acostumbrada a comer tarde. Nos cortan el turno de las 21.30-22 horas con el toque de queda a las 23 horas«, dice Sebastián Valles, responsable gastronómico de La Dorita y La Pescadorita.
Durante el aislamiento, muchos locales gastronómicos sumaron el delivery y el take away, servicios que les permitieron cubrir algunos gastos y mantener operativa la estructura, aunque los comerciantes aseguran que estos canales de venta por sí solos no alcanzan para sobrevivir.
«El delivery no compensará el desplome. Estimamos que las reservas caerán al menos un 40% en comparación a los últimos días, con una consecuente caída en la facturación. A final del año, llegamos al 60% de las unidades vendidas en 2019. Deberemos cerrar una hora antes de que comience el toque de queda para que los empleados puedan llegar a sus casas», afirma Manuel Miragaya, chef y socio de la cervecería Growlers.
Para lograr el punto de equilibrio, se necesita tener el 70% del salón ocupado durante los 30 días del mes, según Ariel Amoroso, presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc). «En este momneto, se trabaja con un aforo del 30%. Logramos subsistir gracias al apoyo del Estado, mediante el pago de los ATP y la eximición de Ingresos Brutos. Este mes ya se presentaba complejo(para la gastronomía, es temporada baja en Buenos Aires) y esta medida complica aún más el panorama«, explica.