El plan de recuperación de 25 kilómetros de laribera porteña, entre el Riachuelo y la General Paz, tiene varias etapas y diferentes grados de intervención e inversión. Además de los grandes proyectos urbanísticos para crear espacios públicos y desarrollos comerciales y privados, aparecen propuestas menos ambiciosas, pero que cambiarán el diseño urbano de la zona donde se instalarán. Una de ellas es el puente peatonal previsto desde Puerto Madero hacia el interior de la Reserva Ecológica Costanera Sur (RECS).
El pulmón verde más grande de la ciudad de Buenos Aires, de 350 hectáreas, cuenta actualmente con dos entradas, en los extremos norte y sur. La nueva conexión se ubicará entre ambos accesos, desde la avenida costanera Achaval Rodríguez –donde funcionan los puestos gastronómicos– hacia la isla, por encima de la Laguna de los Coipos, que se tiende paralela a la mencionada arteria. El objetivo es que la reserva tenga una mayor integración con el resto de la Capital a través de una pasarela que se construirá con materiales sustentables, afirma la información oficial.
Esta propuesta forma parte del plan integral BA Costa presentado ayer por el gobierno de la ciudad para dar un nuevo uso al margen costero con diferentes intervenciones, entre las que se incluyen la creación de una playa permanente y una plaza en homenaje a las víctimas del atentado a la AMIA sobre los escombros que provocó la voladura del edificio en 1994, además de la rezonificación de las tierras de Costa Salguero y Punta Carrasco para ser en parte comercializadas y desarrollar un complejo urbanístico junto a un gran parque público ribereño.
Los primeros espacios estarán terminados a lo largo de 2023, aunque el proyecto final tiene un plazo de finalización estimado en 2030. El puente de la reserva ecológica se culminará, según la previsión de la Secretaría de Desarrollo Urbano porteña, en marzo próximo. El proyecto propone el nuevo puente de acceso peatonal y la incorporación de pasarelas, nuevo mobiliario urbano y la puesta en valor del borde costero de la RECS.
En la actualidad, solo el 4% de la superficie del pulmón verde es aprovechable por el millón de personas que visitan anualmente la reserva; el resto de las áreas es inaccesible, por lo que un nuevo ingreso generaría mayor espacio para caminar o recorrer en bicicleta. “Tenemos la oportunidad de reconquistar el borde costero, ampliar el concepto de uso del espacio público y trascender los límites de una costanera o espacio público para poder llevar ciudad donde no hay. En este proyecto pensamos un nuevo puente sustentable, acorde con la reserva, para vincular a la gente con el río”, explicó el secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta.
En las 350 hectáreas de la RECS se encuentra la mayor biodiversidad de la ciudad, con unas 575 especies de plantas, 307 de aves, 644 de artrópodos y 28 de reptiles. El 5 de junio de 1986 la entonces Municipalidad de Buenos Aires la declaró como parque natural y zona de reserva ecológica, así se convirtió en la primera Área Natural Protegida de la Capital.
Historia de la reserva
Entre 1918 y 1950 allí funcionó el balneario municipal, pero el progresivo deterioro de las aguas fue alejando a la gente. Según los registros oficiales, la situación empeoró a partir de 1978, cuando comenzaron a volcarse escombros con el objetivo de ganarle terreno al río para luego construir allí el centro administrativo de la ciudad. Ese proyecto se abandonó en 1984, aunque los escombros ocuparon para siempre el lugar de los bañistas.
La vegetación silvestre empezó a colonizar el relleno hasta llegar a cubrirlo. Las inundaciones y el arribo de camalotales ayudaron a que la naturaleza conformase distintos ambientes. Diversas organizaciones ambientalistas desarrollaron, a partir de 1985, actividades con fines educativos. Fueron estas organizaciones las que propusieron a las autoridades la creación de la reserva.
Con el plan BA Costa, aseguran en el gobierno, este espacio verde terminará de integrarse definitivamente a la ciudad. Junto al resto de los proyectos previstos, demandarán una inversión de más de 1844 millones de pesos (algunas de las ideas están en etapa de desarrollo, por lo que no forman parte del estimado).
Entre las diferentes propuestas, se encuentra la creación de una playa permanente que estará ubicada en la península Parque del Vega y pensada para una capacidad de 6000 personas, con juegos de agua y espacios de recreación, como un muelle para pescadores. Será un área de tres hectáreas que tendrá una contención costera, en un terreno que se fue ganando al río con residuos áridos provenientes de diferentes obras de la ciudad.
Los primeros usos serán deportivos y recreativos, aunque la ambición es que se puedan utilizar la costa y el agua en forma completa, incluso como un balneario si las condiciones ambientales fueran las adecuadas. La intervención se completará con una defensa costera de hormigón escalonada de 860 metros de extensión, que sumará más espacios de uso y permanencia para permitir una aproximación gradual al agua. Por encima de esta defensa, se generará un paseo peatonal para caminar o andar en bicicleta.
También se instalará la plaza y memorial AMIA, un nuevo espacio público de 3285 m² para conmemorar a los fallecidos en el atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, al sur de la Ciudad Universitaria y sobre los escombros del edificio atacado, que se conservan. En ese sector, se levantará un pilar de metal de 20 metros de altura que funcionará como un reloj solar proyectando sombras en el suelo y habrá una placa con los nombres de las 85 víctimas.