l río Támesis, en Londres, es protagonista en la cuarta temporada de la serie You, que emite Netflix. Cada capítulo es precedido por imágenes que avanzan sobre las principales atracciones de la traza que atraviesa la capital británica. Aparece el London Bridge y, poco después, el London Eye, quizá la vuelta al mundo más emblemática que exista. Y aquella en la que se reflejó un proyecto que pretendía copiar algunos de esos rasgos característicos sobre uno de los diques de Puerto Madero, pero que, cuatro años después, aún es una incógnita.
La Rueda de Buenos Aires, como había sido presentada la atracción, estaba lista para comenzar a ser montada en 2019 con la construcción de una plataforma sobre el dique 1, mientras las partes de la estructura eran fabricadas por una empresa china. ¿Qué pasó? Complicaciones en las importaciones de las ruedas gigantes, permisos vencidos y trámites que se trabaron en la ciudad de Buenos Aires le habían puesto un freno a la instalación de más de 80 metros de altura y 488 toneladas.
En 2016, la Corporación Antiguo Puerto Madero, la sociedad anónima integrada en partes iguales por los Estados nacional y porteño, anunciaba el llamado a licitación para la obra que por primera vez contaba con una viabilidad más certera ya que la idea había comenzado a rondar años atrás. La participación de capitales privados le daba al proyecto la confianza y el sustento necesario para avanzar, pero los problemas comenzaron temprano. El primero, el lugar elegido para ubicarla,
Corporación Puerto Madero había apuntado al Dique 2, detrás del edificio de la Universidad Católica Argentina, entre las calles Rosario Vera Peñaloza (continuación de Estados Unidos) y Azucena Villaflor (continuación de la avenida Belgrano), pero la propuesta generó el rechazo de la institución educativa. La vuelta al mundo, entonces, encontraba un nuevo espacio en paralelo a la peatonal Juana Manuela Gorriti, en el rincón formado entre la calle María Luisa Bemberg y el canal de navegación.
Tres empresas se presentaron al llamado a licitación pública que terminó adjudicándose a Rueda de Buenos Aires Sociedad Anónima (RDBA SA) para construir la atracción con una inversión de unos US$11.000.000. Los pliegos del acuerdo establecían que RDBA debía abonar a la Corporación un canon anual de US$320.000 por la explotación durante 10 años, con la posibilidad de renovar el plazo por una década más. Cerca de la Corporación sueltan hoy que el proyecto nunca fue una prioridad puertas adentro, pero que el Gobierno de la Ciudad hizo todo lo posible para que se concretara.
“El proyecto está vivo, es emblemático para la ciudad y el país, pero hay permisos que se vencieron, importar las ruedas no está fácil, aunque seguimos trabajando”, confiaron a LA NACION fuentes ligadas a la empresa. “Estamos analizando cuáles son los pasos a seguir”, sostuvieron en pocas palabras, después de una reunión que se realizó esta semana para definir de qué forma continuar.
Trabas
Si bien se especulaba que podría haber trabas por cuestiones ligadas al impacto ambiental, desde la Agencia de Protección Ambiental (APRA) de la ciudad de Buenos Aires contaron que los estudios presentados fueron aprobados. Tampoco hay obstáculos en la Agencia Gubernamental de Control (AGC), el área de Gobierno que se ocupa de monitorear las obras una vez comenzadas. ¿Entonces, qué pasa con la rueda gigante?
La parálisis económica que llegó con la pandemia y otras prioridades que se establecieron para esa zona, como la construcción del Paseo del Bajo, podrían ser algunas de las razones por las que la Rueda de Buenos Aires aún sea sólo un deseo plasmado en el proyecto y los bosquejos de su diseño.
En junio de 2019, se anunciaba que era inminente la instalación de la plataforma acuática donde luego se montaría la rueda, mientras avanzaba la construcción de la estructura metálica de 82 metros que debería haber comenzado a funcionar, según la estimación de la empresa adjudicataria, en el segundo semestre de 2020. La base, ubicada a unos 15 metros del murallón, se apoyaría sobre pilotes y se accedería mediante un puente metálico de 7,50 metros de ancho que vinculará la plataforma con la calle Gorriti donde se ubicaría la boletería.
El diseño y la construcción de la rueda, de 488 toneladas, estaba a cargo de la compañía Golden Horse, de origen chino y especializada en este tipo de atracciones. Se había proyectado que la estructura fuera soportada por ocho columnas de acero construidas con caños de acero y con un largo de 47 metros cada una. La rueda debía ensamblarse en la Argentina donde sus partes iban a llegar en 120 contenedores.
El funcionamiento iba a ser con un sistema de masa central con rayos, formados por tensores de acero, que la iban vincular con el aro exterior rígido donde iban a ir montadas las cabinas. Algunos diseños similares, además del London Eye, son las atracciones Pacific Wheel (Santa Mónica, Estados Unidos), High Roller (Las Vegas, Estados Unidos), Singapore Flyer (Singapur), y Great Wheel (Seattle, Estados Unidos).
Cuatro años después, todo sigue igual y la Rueda de Buenos Aires es aún un espejismo. Las próximas semanas podrían determinar si la concreción del proyecto es efectivamente viable. “Quizá se haga en esta gestión o en la próxima, o en la siguiente. Dependerá de los intereses”, suelta una fuente con acceso al tema. Todo está por verse.