Quedan en el Dique 3 y son la última postal de la vieja zona portuaria. Hay planes para hacer viviendas. Pero aún no pueden reciclarlos porque son parte de una causa abierta tras su venta, en 1998.
Son la última imagen de cuando la zona era realmente un puerto. Una mole gris que contrasta con los modernos edificios que la rodean y el Puente de la Mujer que la mira de frente. Los viejos silos de la desaparecida Junta Nacional de Granos, en el Dique 3 de Puerto Madero, no fueron demolidos ni reciclados como algunos de sus mellizos. Por el contrario, su uso está sujeto a que se destrabe un litigio judicial.
Mientras tanto, serán soporte de dos proyectos artísticos ambiciosos, aunque efímeros: la intervención de un artista internacional por la Semana Art Basel Cities, ya en preparación, y un mapping para los Juegos Olímpicos de la Juventud.
Los primeros silos argentinos de Puerto Madero tuvieron un destino patrimonial trágico: fueron demolidos para dar lugar a viviendas y oficinas. Eran los de Molinos Río de la Plata, en lo que hoy es la calle Azucena Villaflor y el río, que habían sido construidos por la compañía Bunge y Born en 1903. El suizo Le Corbusier, considerado el padre de la arquitectura moderna, los había elogiado públicamente.
Pero en los 90 arrancó el plan de urbanización de Puerto Madero, y poco importó el valor patrimonial de esas construcciones de antaño: se debían abrir calles, construir veredas, instalar servicios y parquizar.
Los nueve silos de la ex Junta Nacional de Granos, erigidos también en 1903 en lo que hoy es Juana Manso 851, se salvaron en cambio de las topadoras y permanecieron como símbolo de la Argentina que alguna vez fue considerada granero del mundo.
Pero su historia no está exenta de conflicto: en 1997 fueron vendidos junto a otros lotes ubicados en el Dique 3. El comprador de esas parcelas fue el fallecido empresario televisivo Alberto González, que levantó el hotel Hilton en esa zona y cuyos desarrollos hoy son llevados adelante por sus hijas Paula y Silvana, esta última titular de la empresa Madero Este.
Por los silos había firmado un boleto la Fundación Banco Patricios, cuya entidad bancaria matriz quebró poco después. Fuentes cercanas a Madero Este señalaron que, como la adquisición se dio en tales circunstancias, la operación quedó en un período de sospecha para la Justicia y se inhibió cualquier obra. Concretamente, se realizó una anotación “de litis”, que es una declaración en la que se advierte a posibles compradores que un lote está sujeto a una decisión judicial. Recién cuando esa medida cautelar sea resuelta por el juez, lo cual las mismas fuentes esperan que ocurra antes de fin de año, podrá ponerse en marcha algún proyecto que integre los silos a su entorno actual.
Es que en un barrio cuyo metro cuadrado promedio supera los US$ 7.400 y los edificios modernos son la norma, estos silos son ruptura. La Fundación Banco Patricios planeaba destinarlos a un centro cultural. Pero pasaron la quiebra, el cambio de dueños y hasta proyectos de convertirlo en un centro comercial, un cine o un hotel boutique.
Hoy el destino de la mole sería más residencial que cultural: las mismas fuentes informaron que hay una fuerte posibilidad de que, una vez destrabado el litigio, lo que se levante sea un complejo de viviendas para aprovechar los 10.000 metros cuadrados construibles. Consultados por este diario, los representantes oficiales de Madero Este prefirieron no hacer declaraciones.
Su ubicación es estratégica: están frente a la plaza Reina de Holanda y el Puente de la Mujer, muy cerca del centro porteño, y hasta se alinean con la Casa Rosada, la Plaza de Mayo y la Avenida de Mayo.
Al tener protección patrimonial histórica, sólo puede reciclarse su interior, mientras que las fachadas deben mantenerse intactas. De cualquier modo queda abierta la posibilidad de que se construyan algunas ventanas, como ocurrió en espacios similares, como los Silos de Dorrego, en Colegiales, y Los Silos Hotel, en la ciudad de Santa Fe.
Lo que sí está confirmado es que esta estructura estará en medio de las competencias de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Detrás de ella, se arma el Parque Urbano, que tendrá una impronta fiel a su nombre hasta en la elección de las disciplinas: además de las acuáticas y el ciclismo, también habrá por primera vez breaking dance, escalada deportiva, BMX freestyle y básquetbol 3×3.
Delante de los silos, se disputarán las competencias de remo y canotaje, que tendrán un condimento especial: al situarse en los diques, los deportistas deberán dar más de una vuelta, explicaron desde el comité organizador. Una inusual medida que demandó la autorización previa de las asociaciones internacionales de ambas disciplinas acuáticas.
Sede de dos intervenciones artísticas
Mientras se define su futuro, en septiembre y octubre los silos serán “sede” de dos propuestas artísticas. La primera se enmarcará en la Semana Art Basel Cities, del 6 al 12 de septiembre, que también llevará propuestas creativas a La Boca y Palermo. Los silos resultan ideales, ya que la premisa de este proyecto es intervenir espacios urbanos habitualmente no pensados como “lugares de arte”. Desde la organización mantienen en estricta reserva el nombre del artista a cargo de la obra, pero ya confirmaron que será internacional.
En tanto, el 7 de octubre, en sus paredes harán un mapping. Será al final de la inauguración del Parque Urbano creado para los Juegos Olímpicos de la Juventud, que ocupará más de 77.000 m2 en la zona de otro parque, el Mujeres Argentinas. Allí habrá exposiciones de arte urbano, batallas de DJs y VJ, y grafitis en vivo. La técnica del mapping permite resaltar los rasgos arquitectónicos de una superficie combinando imagen y sonido. Ya se usó por ejemplo en diversos festejos en el Cabildo y el Teatro Colón, entre otros edificios. Sobre los silos, resultará imponente: abarcará 70 metros de ancho por 30 de largo, con una tecnología que, según sus organizadores, nunca fue usada en el país.