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La Colección Fortabat cumple una década

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El Museo Colección Amalia Lacroze de Fortabat cumple una década y sobran motivos para celebrar. Las puertas del Museo se abrieron en octubre de 2008, en el Dique 4 de Puerto Madero, después esquivar varias tormentas y superar la crisis financiera de 2001, año en el que en un principio se pensaba inaugurar.

La poderosa colección, con obras de Turner y Brüeghel, brinda pruebas de la fascinación argentina por el arte europeo, presente en las pinturas de Alma Tadema, Anglada Camarasa, Dalí, Chagall o Gustav Klimt. Sin embargo, durante los festejos que se inician el 22 de octubre, la colección, rica en pinturas del arte argentino, estrenará el nuevo guión curatorial de Marcelo Pacheco. El Museo se dispone a renovar el compromiso de Amalia Fortabat con el arte argentino y, con este propósito, Pacheco sacó algunas obras y sumó otras hasta ahora nunca expuestas.

Así reunió alrededor de 250 piezas que sumarán fuerza a un recorrido donde brillan los memorables arlequines de Emilio Pettoruti, junto a las pinturas de nuestros precursores, Xul Solar, Fernando Fader y Antonio Berni. Un nuevo catálogo de la colección registrará estos cambios. Y la publicación se presentará junto a una serie de libros dedicados a algunas obras en particular, como «Domingo en la chacra» de Berni.

Pacheco conoció como nadie el gusto de Fortabat, trabajó con ella en una muestra de arte argentino para el Museo Metropolitan de Nueva York que nunca se hizo. Liberada de todo prejuicio, Fortabat representa en muchos aspectos el gusto argentino, pero en el plano personal, demostró una tenacidad sin límite. Hace diez años, cuando presentó el inmenso Museo, Fortabat no ocultó el cansancio que significó llevar adelante el gigantesco proyecto. Ella misma eligió sus pinturas favoritas, incluido el retrato que le hizo Andy Warhol y, además, las de sus queridos artistas amigos, como Nicolás García Uriburu y Luis Benedit.

Los obstáculos que se interpusieron al deseo de darle un destino público a su colección no fueron pocos. La bancarrota argentina ya se anunciaba cuando en Loma Negra, verdadero sostén de la Colección, encararon una inoportuna ampliación. El país se derrumbó a fines de 2001 y los hornos de cemento se apagaron por primera vez. El Museo, genuina metáfora de la Argentina, se había inundado, el diseño del arquitecto Rafael Viñoly hacía agua.

No obstante, lejos de cerrar la empresa, Fortabat decidió recuperarla sin ayuda alguna. Vale la pena analizar sus estrategias, porque el arte juega un papel crucial. En 2002 y en medio de la crisis financiera, Fortabat, compradora frecuente de Sotheby’s, mandó a rematar 20 obras de Gauguin, Degas, Miró, Matisse y Pissarro, entre otras, estimadas en alrededor de 60 millones de dólares. De un día para otro la noticia estaba en el «New York Times». Carol Vogel presentó la venta con un sesgo novelesco. Hablaba del huracán que azotó a la Argentina y decía que Fortabat calculó el impacto negativo de los atentados del 11 de septiembre y esperó unos meses para salvar su imperio. ¿Alguien rompió la regla de oro de las casas de remates? ¿Osaron quebrar el pacto de silencio que resguarda la identidad de sus clientes? No, Fortabat no vendió sus pinturas para pagar la tarjeta. Usó el arte para brindar un gesto público que le valió en beneplácito de los bancos con los que estaba endeudada. Luego vendió su avión y realizó unos viajes en una nave de línea, cuando ya tenía las riendas del negocio en sus manos. Se puede conjeturar que su amigo Alfred Taubman, dueño entonces de Sotheby’s, dejó «filtrar» su historia.

En 2005, a sus 84 años y una vez superada la crisis, vendió Loma Negra. Tres años más tarde, en 2008, inauguró por fin su Museo. El vernissage estuvo signado por su singular estilo. Y cuando en un diálogo con este diario habló de la programación de las muestras temporarias, dijo sin vueltas que ella había controlado hasta el último detalle, y agregó: « ¿Quieren que siga trabajando? Pido gancho. Ahora me voy a dedicar a un proyecto que tengo con lo que más me interesa, el prójimo».

Por cierto, luego se sucederían las muestras temporarias de grandes artistas, como Batlle Planas, Marcelo Pombo, Marcia Schvartz y Omar Schiliro, entre muchos otros. Entretanto, junto con la nueva muestra permanente se abrirá una exposición transitoria curada por Rodrigo Alonso: los Premios Fortabat de los años 80 y 90. La exhibición implica un viaje a un pasado reciente y, sin duda, deparará grandes sorpresas, además de renovar las polémicas y las tempestuosas batallas de esos años.